Ni patria ni bandera, ni raza ni condición…

Nunca he terminado de comprender el fanatismo por un equipo de fútbol o la defensa acérrima de los derechos de una región en detrimento de los de la agrupación de varias. No me siento demasiado Eldense, ni Alicantino, ni Valenciano, ni Letuario, ni Gandiense, ni Alborayense, ni Español, ni Europeo ( casi ni ciudadano del Mundo ). Me vale más la gente, en sí.
Procuro, eso sí, encontrar las ventajas del lugar en el que vivo en cada momento, e incluso entiendo que alguien ( la mayoría, de hecho ), pueda elegir «Blanco» o «Negro» y defender su color para toda la vida: disfrutar con alegría los triunfos de «los suyos» y abochornarse ante la derrota. Pero ahora lo entiendo del todo:

El cerebro vincula el concepto de pertenencia a una categoría humana con un estado fisiológico concreto, emitiendo señales a las células que controlan los flujos hormonales o los latidos del corazón. Desde hace un tiempo ya se sabe que los niveles de testosterona de las personas que compiten en un deporte varían en función de si ganan o pierden. Sin embargo, también aumenta en el caso de los seguidores de un equipo de fútbol cuando éste gana.

El artículo completo de Eduard Punset en el XLSemanal: ¿Por qué nos dividimos en grupos?

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