Entre las maravillosas ideas que han tenido los economistas para superar la crisis -los mismo economistas que, si la vieron venir, les importó un carajo- me llega al alma el Recorte presupuestario de los fondos dedicados a Investigación y por ello me sumo a la iniciativa de La Aldea Irreductible de escribir algo utilizando como título «La ciencia española no necesita tijeras», a modo de protesta por tal medida. Y mi granito de silicio son los cinco siguientes párrafos llenos de tacos.
Parece que ya empieza a cantar que a los políticos se la sopla hacer las cosas bien o mal. La cultura de «coge el dinero y corre» de las clases inferiores, que buscan (buscamos) la recompensa inmediata se refleja con suma fidelidad en los actos de los que nos gobiernan. Y no es que no nos importe, es que nos la suda enormemente mientras no nos toque de cerca. Si tienen que trincar pasta, que sea la de otros. Éste Carpe Diem desmesurado quizá no nos pase factura a nosotros, sino a nuestros hijos. Que se jodan, que hubieran nacido antes.
Y nos merecemos ser manipulados, estafados y sodomizados porque nos conformamos con un pan rancio y un circo para retrasados, y no movemos un dedo para salir del fango. Total, lo más seguro es que nos hundamos un poco más. ¿Para qué dar la nota? ¿Para perder las cuatro comodidades que nos quedan? Las revoluciones son cosas de cuatro locos, y la vida son dos días. La ecología, la educación, el conocimiento… elementos superfluos no imprescindibles para la vida. ¿Por qué reivindicar algo que no es imprescindible?
Y a nosotros, los que nos interesamos por hacer algo bien, que nos dé para vivir y facilite la vida a los demás, no nos quedará mas remedio que irnos a otro país, o inventarnos alguno nuevo, porque no querremos pagar los platos rotos de los acomodados. Al que trabaja día a día por encontrar soluciones, medicamentos, conocimiento, diseñar herramientas para trabajar, por facilitar la vida y hacer las cosas mejor de lo que ya son, que no puede vivir con un sueldo de investigador ni trabajar por su cuenta con un sistema fiscal que le exprima, no le importará aprender un idioma nuevo si eso le otorga un trabajo digno y mandar a la mierda un sistema que no sólo no le recompensa, sino que le exprime al máximo y no le importa promulgar que la finalidad es el lucro de unos pocos.
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Ale, ya me he quedado a gusto.