Antes de seguir leyendo, imprescindible ver éste vídeo sobre la nueva característica de Photoshop CS5:
¿Ya? A mi me ha dejado flipado. Resulta que, a partir de ahora, todas esas fotos que despiertan un «eso está retocado con photoshop» serán todavía más fáciles de hacer. La herramienta borra, rellena y corrige todo aquello que no queremos que quede plasmado en la imagen, con una facilidad pasmosa. Y, en la cita, he escrito Photoshop en minúscula, porque ya estamos acostumbrados a que sea un referente, y la marca se ha convertido en el objeto, igual que los kleenex por los pañuelos de papel o los danones por los yogures. Y a partir del CS5, parece que más que nunca, porque el único software de edición fotográfica que le sigue, a mucha distancia, es el Gimp, y sigue acarreando los problemas propios del software libre: un proyecto descentralizado, con mucho apoyo, pero que se convierte en un carro en el que cada burro tira en una dirección y no avanza hacia ningún sitio en concreto.
Cuando ví el vídeo inmediatamente pensé en todo aquello que hace unos años se hacía mediante ordenadores, pero de cierta forma artesanal. El código era de un nivel mucho más cercano a la máquina, los algoritmos para ciertas funciones estaban definidos pero la potencia de cálculo necesaria era mucho mayor a la disponible y no era viable automatizar ciertos procesos de diseño, de simulación o de cálculo matemático (que es, en la informática, a lo que se reduce todo, sumas y restas de unos y ceros) que hoy en día y con el hardware actual se han relegado a la fuerza bruta a base de gigaherzios y cachés ultrarrápidas. Lo que antes se pensaba, se programaba y se optimizaba treinta millones de veces porque cada segundo de procesado era vital hoy se hace de forma automática y, a expensas de un montón de ciclos de reloj, se lleva a cabo de mejor o peor forma, y un ordenador doméstico (aunque intuyo que el que usan para la demo de éste vídeo es un «pepinaco») puede hacer maravillas como simular los trozos restantes de una foto incompleta a partir de una cierta «comprensión» del entorno.
Y, dentro de unos años, veremos ésto como algo normal. Pensaremos que es lógico que sea la máquina la que se encargue de hacer esas tareas pesadas, al igual que hoy en día confiamos en la corrección ortográfica automática, en los filtros heurísticos de los antivirus o en los algoritmos de recomendación de canciones de las radios online. Y, cuando un ordenador pueda comprender, entonces ya no le será necesario un humano que le explique las cosas.
La foto no tiene nada que ver, pero me ha hecho gracia el teclado numérico «retro».
