En el caso, poco probable, de que el mundo no se vaya a la mierda en los próximos años, nuestra generación vivirá una (o varias) revoluciones en la forma de manejar los ordenadores. A pesar de que la realidad virtual y los simuladores ya llevan tiempo inventados, mejorados y en uso, no creo que sumergirse en la interfaz sea algo corriente hasta dentro de mucho, y abogo por sistemas híbridos pero que conservan un entorno de trabajo real como el cambio más coherente para los próximos años.
La evolución natural en los ordenadores son los interfaces táctiles que aunan el touchpad, un teclado «a medida» como el Optimus Maximus (cuyas teclas son pequeñas pantallas de leds que cambian según el programa que uses, pero que vale 1250 euros) y un segundo monitor, todo en uno, cuyo concepto fue visible primero con el Canova de V12 y más recientemente el Asus presentado en la Computex del verano pasado
Parece que, tras tantos años como compañeros de andanzas, el teclado y el ratón serán sustituidos por un único periférico en forma de pantalla táctil, que servirá como soporte a otros sistemas de interacción, claramente enfocados a aplicaciones más específicas: tabletas digitalizadoras, cámaras que recogen gestos, posiciones o el enfoque visual…
Llevamos ya un tiempo viendo otro tipo de periféricos, de momento orientados a los juegos, que pronto darán el salto a la informática: los mandos con giroscopios y sensores de posición, como el WiiMote. La realidad virtual está más cerca de nuestros hogares de lo que creemos…
Para acabar, recalcar la cada vez más presente utilización de los dispositivos portátiles inalámbricos. Sólo hace unos 15 años que se popularizaron los teléfonos móviles, y unos 5 que se introdujeron los reproductores de mp3 en masa, y el mercado actual está copado de dispositivos híbridos que son capaces de almacenar grandes cantidades de información e incluso intercambiarla de forma inalámbrica. El tercer paso, la conexión universal (a Internet, se entiende), se dió con la aparición de las conexiones 3G y se hará notar cuando se nos hinchen los cojones de pagar cantidades absurdas por la transmisión de datos y se popularicen los precios de las conexiones móviles. Entonces ya no sonará a futurista lo de «vestir un ordenador», ni las pantallas integradas en gafas, y el siguiente movimiento, integrar los ordenadores en nuestro cuerpo, ya no parecerá algo de ciencia ficción.
Una respuesta a «el futuro»